ANÁLISIS DE LA RELACIÓN ENTRE EL AMBIENTE FAMILIAR, LA DESNUTRICIÓN Y LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN LA INFANCIA TEMPRANA

ANALYSIS OF FAMILY ENVIROMENT, MALNUTRITION AND FEEDING BEHAVIOR IN YOUNG CHILDREN

 

Moncayo, Nadia*, Vaca, Berenice*, & García, Marcela**

*Estudiante de la Escuela de Nutrición y Dietética. Universidad Iberoamericana del Ecuador, Quito, Ecuador

**Docentes de la Escuela de Nutrición y Dietética. Universidad Iberoamericana del Ecuador, Quito, Ecuador

Autor corresponsal: nutrimedicalquito@gmail.com

DOI: www.doi.org/10.55867/qual26.01

Como citar (APA): Vaca Tipantuña, B. L. ., Moncayo Peña, N. N. ., & García Ulloa, M. M. V. (2023). ANÁLISIS DE LA RELACIÓN ENTRE EL AMBIENTE FAMILIAR, LA DESNUTRICIÓN Y LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN LA INFANCIA TEMPRANA. Revista Qualitas , 26(26), 001 -012. https://doi.org/10.55867/qual26.01

 

 

Manuscrito recibido el 15 de octubre de 2022. 

Aceptado para publicación, tras proceso de revisión, el 03 de julio de 2023.

Publicado, el 07 de julio de 2023.

 

Resumen

La alimentación adecuada durante la infancia temprana es fundamental para el correcto desarrollo físico y mental de los niños y niñas, porque previene patologías relacionadas con la nutrición como la desnutrición u obesidad. La infancia es el momento más importante y decisivo de la vida, donde se determina en primera instancia el desarrollo físico, social, psicológico y cognitivo, los que se verán influenciados por factores ambientales y psicosociales en forma positiva o negativa. Este estudio se realizó con el objetivo de analizar mediante una revisión bibliográfica la relación del ambiente familiar con la desnutrición y la conducta alimentaria en población infantil. Mediante la exploración de publicaciones de artículos originales se pudo evidenciar que la desnutrición es un problema de salud a escala mundial que necesita medidas preventivas para generar soluciones. En el análisis se pudo identificar que el consumo inadecuado de alimentos no solo se relaciona con patologías de base, sino que obedece a componentes multifactoriales. Es así, que como conclusión se determinó que un ambiente familiar positivo o negativo será un factor para determinar tanto el comportamiento de un niño o niña, como su conducta alimentaria debido a que en el núcleo familiar reside la responsabilidad de brindar alimentos nutritivos y suficientes.

 

Palabras clave: Desnutrición; conducta alimentaria; alimentación; infancia; ambiente familiar

 

Abstract

Adequate nutrition during early childhood is essential for the correct physical and mental development of boys and girls, because it prevents nutrition-related pathologies such as malnutrition or obesity. Childhood is the most important and decisive moment in life, where physical, social, psychological and cognitive development is determined in the first instance, which will be influenced by positive or negative environmental and psychosocial factors. This study was carried out with the objective of analyzing through a bibliographic review the relationship of the family environment with malnutrition and eating behavior in the preschool population. By exploring the publications of original articles, it was possible to show that malnutrition is a global health problem that requires preventive measures to generate solutions. In the analysis it was possible to identify that inadequate food consumption is not only related to pathologies, but also due to multifactorial components. Thus, as a conclusion, it was determined that a positive or negative family environment will be a factor in determining both the behavior of a boy or girl, as well as their eating behavior because the responsibility of providing nutritious and sufficient food resides in the family nucleus.

 

 

Key words: Malnutrition; eating behavior; diet; childhood; family environmental

 

INTRODUCCIÓN

La infancia temprana comprende a niños de 1 a 3 años, y es la etapa que se distingue por el rápido incremento de habilidades motoras, exploración del entorno y habilidades del lenguaje; además comienza un desarrollo y crecimiento tanto físico como cognitivo. La importancia de la nutrición adecuada en esta etapa de vida radica en los aspectos mencionados y es donde el ambiente y apoyo familiar actuarán como un factor de prevención o reducción de efectos negativos a largo plazo como la desnutrición, retraso en el crecimiento, la afección cognitiva, entre otros (Brown, 2014).

De igual manera, es importante mencionar que los trastornos de la conducta y la ingesta de alimentos se refieren a una alteración en la alimentación o en el comportamiento relacionado, lo cual provoca un consumo inadecuado de alimentos y desencadena el deterioro de la salud física o del funcionamiento psicosocial (Calcedo, 2016). Cabe mencionar que, la familia juega un papel importante en la prevención de problemas en la conducta alimentaria pues, la misma debe crear un clima de confianza que les permita a los niños expresar sus sentimientos, y potenciar que el acto de comer sea un espacio de convivencia (Navarro, 2016). Por lo cual, educar y prevenir los problemas alimentarios es la mejor inversión para garantizar el adecuado desarrollo de los niños, ya que de igual manera durante el proceso se formarán hábitos que perduran en sus diferentes etapas de la vida.

Mediante revisión bibliográfica, se puedo observar que varias patologías se han visto implicadas en el inadecuado consumo de alimentos, sin embargo, otros estudios evidencian que adoptar una alimentación adecuada es  multifactorial, es decir que intervienen factores ambientales y psicosociales, a más de los biológicos. Es así, que el ambiente familiar será un factor que va a influir en el desarrollo tanto positivo como negativo en la infancia temprana hasta la edad adulta. En este contexto, la negligencia física es uno de los principales tipos de experiencias adversas en la infancia que se define como la “omisión de cuidados, supervisión o atención y privación de elementos necesarios para el correcto desarrollo físico. (…)” (Soriano, 2022, pág. 49).

Aunque, si bien es cierto que los antecedentes genéticos de los niños también tendrán un impacto en su crecimiento, las buenas experiencias educativas, familiares, escolares y sociales pueden mejorar este desarrollo. Por ejemplo:

Los niños que se crían en ambientes más enriquecedores, con padres más afectuosos y atentos, pueden sentirse más seguros, confiados y capaces de enfrentarse a desafíos posteriores, mientras que aquellos criados en ambientes donde se les presta menos atención o se les da menos muestras de afecto, pueden sentirse más ansiosos e incapaces de enfrentarse a las dificultades con las que se encuentren en la vida. (Soriano, 2022, pág. 49)

En torno a esta idea, un buen ambiente familiar será relevante en el adecuado desarrollo de niños en edad temprana y como parte de un crecimiento sano físico y cognitivo.

MÉTODOS

Objetivo

Analizar la relación entre el ambiente familiar, la desnutrición y la conducta alimentaria en la infancia temprana, mediante revisión bibliográfica.

Metodología 

La presente investigación se enmarca en un estudio de tipo documental de nivel descriptivo, pues se realiza una revisión exhaustiva de estudios, artículos científicos y trabajos investigativos que contengan información acerca del ambiente familiar, la desnutrición y la conducta alimentaria y su relación entre sí.  

En función de lo planteado, para llevar a cabo esta investigación, se ha optado por emplear la metodología de revisión bibliográfica. este enfoque consiste en examinar cuidadosamente cada documento relacionado con el tema de estudio utilizando una técnica de observación sistemática. De este modo, se pueden identificar las dimensiones e indicadores pertinentes para el análisis de manera rigurosa y precisa (Arksey & O’Malley, 2005).

En este sentido, la selección de estudios se realiza considerando artículos que abordan las variables: ambiente familiar, desnutrición y conducta alimentaria; y que han sido publicados en los 15 últimos años. Se identificaron y seleccionaron estudios relevantes en las bases electrónicas Pubmed, Cochrane, Lilacs y ScienceDirect. Es así, que de una revisión realizada a 34 documentos relacionados con infancia temprana, solo se seleccionaron seis artículos que cumplieron con las variables establecidas.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Revisión bibliográfica

Los resultados encontrados en la revisión desmuestran que el tema es un problema de interés público. Es así, que en la tabla 1 se analizan los textos donde se evidencia la relación del ambiente familiar en la infancia temprana, con la desnutrición y la conducta alimentaria.

Tabla 1: Resumen del estudio documental realizado

Autor
Categoría
Texto analizado
Scaglioni et al. (2018)
Ambiente familiar, conducta alimentaria y desnutrición
“El sistema familiar que rodea la vida doméstica de un niño tendrá un papel activo en el establecimiento y la promoción de comportamientos que persistirán a lo largo de su vida”. 
“Los padres deben recibir consejos sobre cómo establecer hábitos saludables a largo plazo y crear patrones de alimentación agradables en sus hijos, al tiempo que son conscientes de los determinantes del comportamiento que favorecen la desnutrición y los trastornos alimentarios”.
Domínguez-Vásquez (2008)
Ambiente familiar y conducta alimentaria
“Existen evidencias que indican que el patrón de conducta alimentaria familiar tiene un papel relevante en el comportamiento de alimentación del niño”.
Vandeweghe et al. (2016)
Ambiente familiar y conducta alimentaria
“Una intervención para promover comportamientos de alimentación saludable en los niños pequeños debe adaptarse al entorno de cuidado o centrarse en prácticas de alimentación específicas, ya que estos implican comportamientos simples que no se ven obstaculizados por las limitaciones del entorno de cuidado”.
Montaño et al. (2015)
Ambiente familiar y conducta alimentaria
“La gestión del comportamiento positivo y las prácticas de crianza proactiva son una base importante para establecer un entorno nutricional saludable para los niños pequeños”.
Vásquez-Garibay (2015)
Ambiente familiar y desnutrición

“Se demostró que la disfunción de la dinámica familiar se encuentra presente como un factor de riesgo asociado a los defectos de alimentación durante el primer año de vida, a la desnutrición primaria aguda y crónica en el niño menor de cinco años de edad”.

Vollmer et al. (2015)
Ambiente familiar y conducta alimentaria
“En general, los hallazgos revelaron que las prácticas de alimentación y el estilo de alimentación de un padre no están asociados con la calidad de la dieta o el estado de peso de los niños. Sin embargo, los comportamientos de alimentación de los niños están asociados con la puntuación z del IMC de los niños y estas relaciones están moderadas por las prácticas de alimentación paterna”.

 

La Organización Panamericana de la Salud (2008) refiere que “De los factores nutricionales relacionados con la muerte en la niñez, la desnutrición crónica (talla baja para la edad), la desnutrición aguda severa y el retardo del crecimiento intrauterino, constituyen los principales factores de riesgo” (pág. 1). Analizando la premisa, la desnutrición se ha convertido en un problema a escala mundial, que permite obtener valores asertivos a partir del uso de las medidas antropométricas. Existe una clasificación concreta sobre los grados de desnutrición que permite colocar a los niños en un espacio específico y generar medidas preventivas que generen soluciones, así mismo la temática se divide en dos aspectos que es el retraso en el crecimiento y la emaciación a partir de la identificación de causas y consecuencias.

Para definir el retraso de crecimiento, la OPS (2008) menciona que “El concepto “retraso en el crecimiento” se usa para describir a los niños que tienen una estatura demasiado reducida para su edad” (pág. 1). De lo mencionado anteriormente, es un tema que se centra en la parte física y mental del niño relacionándose con factores predisponente como la pobreza, métodos de alimentación, servicios sanitarios, antecedentes del nacimiento y personales de la madre que pueden desencadenar en infecciones e inflamaciones intestinales. Por lo que se necesita un seguimiento, y controles necesarios con servicios nutricionales de calidad.

Así mismo “El concepto de emaciación describe a un niño demasiado delgado para su estatura” (Organización Panamericana de la Salud, 2008, pág. 40). Lo citado antes, se produce a base de una ingesta disminuida de nutrientes o por una enfermedad secundaria prevalente, ubicándose en una desnutrición aguda en donde su forma de tratamiento no ha sido remarcada con la importancia necesaria, dando como resultado que los niños presenten delgadez extrema acompañado de fatiga. Afecta directamente al proceso de aprendizaje y su desarrollo, que se basa en lo social, económico y cultural.

Acorde a datos de Ecuador, en la actualidad se ha identificado que los elementos que representan la contrariedad son: educación materna, tipo de vivienda, origen étnico, fertilidad, dieta, entre otros; lo que año tras año muestra índole de desasosiego en la sociedad y las organizaciones. En un estudio como parte de su conclusión muestra que:

La transición nutricional y epidemiológica, que determina una reducción de la desnutrición y un incremento del sobrepeso, está presente en el Ecuador. Sin embargo, nuestro país presenta una realidad nutricional inadecuada para su nivel de desarrollo. Cerca de medio millón de menores de cinco años tienen problemas de malnutrición y el avance durante las últimas tres décadas es limitado (Sandoval y otros, 2002, pág. 106).

Lo que demuestra, que los servicios de salud se encuentran limitados, ya que no existe la información adecuada y accesible sobre la ingesta de alimentos en comunidades subyacentes del Ecuador, por lo cual las medidas de prevención y promoción en la parte de nutrición conlleva pasos concretos. De aquí nace un aspecto sobre el hambre oculta en donde los micronutrientes que ingresan al cuerpo no generan los métodos de supervivencia necesarios en los niños menores de 5 años, en donde ataca a la salud con patologías como la anemia.

Pero en la parte de nutrición, no solo se enfrasca en que un niño pueda mostrar una talla por debajo del rango, sino que nace el sobrepeso infantil que se debe a una alimentación no saludable, no realizar ejercicio constante, aspectos familiares y psicológicos, que como consecuencia se obtiene una obesidad en la niñez que generalmente provoca depresión, baja autoestima, trastorno generalizado del sueño, HTA, problemas respiratorios y diabetes; aspectos que se creía que no se podían identificar en una edad temprana pero que con el tiempo y varias investigaciones se han hecho relevantes y necesitan de una atención previa para evitar efectos secundarios a futuro.

Por otra parte, se desarrolla el concepto de conducta alimentaria “apetito al conjunto de señales internas y externas que guían a un individuo en la selección e ingestión de alimentos” (Ossorio y otros, 2002, pág. 1). Se caracteriza a la persona su capacidad y funcionalidad para consumir los alimentos, lo que con dependencia de malos hábitos se desarrollan los trastornos de la conducta alimentaria que tienen su inicio desde los 0 hasta los 6 años, caracterizados por aspectos culturales, despreocupación por parte de los padres y actitudes del niño.

En tal sentido “participan componentes fisiológicos de regulación de la ingesta alimentaria, del crecimiento y peso corporal; componentes psicológicos del niño, de los padres y de la familia y además componentes culturales y sociales” (Ossorio y otros, 2002, pág. 5). Lo que concreta, que existen signos de alarma que pueden crear un espacio de alerta como, por ejemplo: disfagia, vómito, diarrea, retraso en el desarrollo, selección limitada en los alimentos; que permite generalizar un diagnóstico basado en la anamnesis (obtención de datos a partir de la entrevista), exploración céfalo- caudal, antropometría y ser observadores para poder identificar patologías asociadas al comportamiento alimentario.

La ingesta de alimentos se basa en dos sistemas: mecanismos homeostáticos y hedónicos.

Los mecanismos homeostáticos son probablemente los más estudiados y corresponden a los que regulan los niveles de nutrientes en la sangre y los tejidos, a través de la acción de hormonas que son secretadas a nivel periférico y que producen señales de hambre o saciedad. (Oyarce y otros, 2016, pág. 1461)

Por lo cual, corresponde al conjunto de procesos como la digestión, absorción y almacenamiento del proceso alimentario. Su objetivo principal es que el niño curse por un crecimiento adecuado en la infancia y que lo desencadene hasta la adolescencia, el cual debe desarrollarse normalmente sin intervención de aspectos externos con la participación correcta de enzimas y hormonas que ayuden en el proceso de tener hambre en los tiempos determinados.

Haciendo un contraste con lo antes mencionado, los mecanismos no homeostáticos “regulan la ingesta a través de señales producidas a nivel de sistema nervioso central, particularmente en circuitos formados por neuronas que liberan el neurotransmisor dopamina y que producen sensaciones de bienestar o de recompensa después de ingerir alimentos” (Oyarce y otros, 2016, pág. 1462). Así, se coloca que existe diferencia con los homeostáticos porque en esta parte se puede determinar cuál es la preferencia sobre ciertos alimentos en donde el niño puede la sensación de gusto y disgusto.

Pero, “ciertos individuos restringen su alimentación para controlar su peso por razones estéticas o sociales, sin embargo, este comportamiento restrictivo incrementa la sensación de hambre y el refuerzo por los alimentos, aumentando su tendencia a sobrealimentarse” (Oyarce y otros, 2016, pág. 1465). Lo que permite examinar, que los individuos seleccionan nuevas conductas con el objetivo de mantener un buen estado físico, con dependencia personal o social a causa de críticas, limitaciones u palabras directas que afecten el estado emocional del niño; es por ello que a consecuencia se genera un estado evitativo con la comida diaria con episodios de hambre para tener un descenso en su peso sin analizar las secuelas que determinarán su proceso de crecimiento.

En tal sentido, Kerzner et al. (2015), propone una clasificación determinada para los niños con trastornos de la conducta alimentaria (TCA), en donde se encuentran involucrados los padres en el proceso de alimentación y adquisición de información al acudir a un nutricionista por un problema en común. Para lo cual se considera la percepción de los mismos sobre sus hijos con la aplicación de una historia dietética correspondiente en donde se comprobará el proceso de ingesta adecuado o inadecuado identificando casos de anorexia o bulimia infantil.

Así mismo, menciona que un niño apático se enlaza con padres que no cuentan con el tiempo necesario para poder compartir momentos en la mesa con sus hijos; lo que desencadena la dificultad de permanecer en la mesa concentrados en la actividad, creándose un conflicto por la poca cantidad de comida que se ingiere; así mismo cuando se tiene enfermedades gastrointestinales se puede tener un niño apático o poco retraído.

Mientras que, los niños con ingesta selectiva son aquellos que por medio de la percepción indican los productos que van a consumir; siendo en la mayoría de los casos alimentos que no generan un aporte de nutrientes necesarios provocando alteraciones en las propiedades sensoriales y habilidades motoras, pero como parte positiva se mantiene la energía en cualquier instante. Así mismo, en ocasiones se inventan dolores a partir de la expresión de sentimientos siendo forzados a comer.

Por otro lado, se identifican los niños con miedo a comer debido a una experiencia traumática como un atragantamiento, o dolores a causa de una introducción de sonda, esofagitis u alguna otra causa; que generalmente permite crear un escenario de rechazo para lo cual se necesita acciones de disciplina y atención para lograr salir de la zona de confort y volver a instaurar una alimentación independiente y tolerable.

En este orden de ideas, existen estudios que han indicado que hay una conexión notable entre la disfunción en el seno familiar y la malnutrición infantil. La manera en que los padres actúan y se relacionan con sus hijos puede afectar significativamente sus hábitos alimentarios, llevando a patrones insalubres e incluso propiciando trastornos alimentarios graves (Silva-Gutiérrez et al., 2006). Además, se ha demostrado que tanto la funcionalidad de las relaciones familiares como la seguridad alimentaria juegan roles cruciales en el estado nutricional infantil. Concretamente, aquellos hogares donde hay escasa comunicación o falta de apoyo emocional o cuyas estructuras resultan inestables suelen tener hijos con sustantivos problemas nutricionales (Vásquez-Garibay et al., 2015).

En este sentido, es fundamental para mejorar esta situación aplicar intervenciones familiares adecuadas que fomenten una comunicación sana y provean el apoyo emocional necesario para mejorar tanto la nutrición como el bienestar general del menor (Niermann et al., 2014). Además, realizar las pautas básicas de la alimentación, explicando los horarios de comida, identificando los alimentos más adecuados para el consumo del niño dependiendo de la edad, cambios en la dieta, uso de micronutrientes y evitar el uso de fármacos por los efectos adversos. En la parte conductual se debe tratar los problemas de alimentación con un ambiente relajante, actitud agradable en las comidas, cantidad adecuada, introducción de nuevos alimentos, evitando distracciones; en donde se cree un modelo de padres e hijos con un ciclo de transición positivo sin castigos, ni represiones (Campuzano, 2020).

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

En relación a la revisión bibliográfica realizada, se lograron identificar seis documentos que consolidaron la información relacionada con la temática del estudio, concluyendo que la infancia temprana es uno de los momentos más importantes y decisivos en cuanto al desarrollo físico, social, psicológico y cognitivo del individuo. La evidencia científica muestra que cuanto más positivo y alentador sea el entorno en el que se desarrolla un niño o niña, posee mayor probabilidad que mejoren todas sus áreas del desarrollo, incluido el proceso de alimentación como base de la salud. Así pues, es necesario revisar y reforzar la calidad del ambiente familiar en los niños de 1 a 3 años, aún más considerando que en esta etapa los niños son especialmente sensibles a los estímulos de aprendizaje.

Por otro lado, se puede decir que la familia es un ente que coadyuva a los niños a tener seguridad y confianza en su proceso de alimentación, sin embargo, a partir de factores de riesgo físicos, sumados a los psicosociales, pueden conducir a la presencia de trastornos alimentarios, lo que a su vez desencadena enfermedades como la desnutrición y el inicio de episodios depresivos desde la infancia; por lo cual es importante la socialización de información nutricional y de estrategias alimentarias a los padres de familia y cuidadores, quienes diariamente asumen el rol fundamental de alimentar a los niños y niñas, con el fin de alcanzar la salud plena.

La evidencia de la relación que existe entre el ambiente familiar, la desnutrición y la conducta alimentaria tiene gran importancia en la práctica clínica y comunitaria, es por eso, que es necesario profundizar más el tema en países latinoamericanos como Ecuador, donde sus cifras de desnutrición infantil siguen en aumento, aún cuando se ha comenzado a implementar estrategias enfocadas en grupos menores de 5 años.

La socialización de esta relación a los profesionales en distintos centros de salud pública del país puede ser de gran ayuda para disminuir los índices de malnutrición y enfermedades en los niños de varias comunidades. La educación en nutrición debe ser parte de la medicina integral y preventiva que requiere implementarse de manera objetiva para todo el público en general.

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