RESISTENCES OF FEMALE PROFESSORS FROM STATE AND
POLITICAL PARTY MOVEMENTS
Meléndez
Ferrer, Luis Enrique*
*Centro
de Documentación e Investigación Pedagógica (CEDIP)
Facultad
de Humanidades y Educación
Universidad
del Zulia, Venezuela
Autor
corresponsal: lemelendezferrer@gmail.com
Manuscrito recibido el 01 de noviembre de
2020.
Aceptado
para publicación, tras proceso de revisión, el 14 de diciembre de 2020.
Resumen
Las
resistencias de las mujeres generadas a partir del Estado y Movimientos
partidistas plantean la legitimidad, autonomía, derechos ciudadanos y militancias
en movimientos políticos. Todo es un anclaje semiótico creador de afectaciones
intersubjetivas, propiciadoras de resistencias desde feminidades. Es una
aproximación epistemológica referente a resistencias en mujeres venezolanas que
evidencian hilos conductores de la sociogénesis de resistencias entre las
miradas del Estado-nación y las feminidades de mujeres. Se analizan discursos socio-históricos sobre mujeres-feminismos y una
fenomenología-situacional sobre cotidianidades de profesoras universitarias. Así,
se genera una reflexión crítica integrada con la genealogía del poder, la
arqueología del saber y la hermenéutica social para revelar las prácticas
culturales entre mujeres y hombres; la reconstrucción epistémica de
resistencias femeninas; el resaltamiento de resistencias como cualidad humana;
el replanteamiento del diálogo femenino-masculino; el silenciamiento, presencia
o ausencia de mujeres y el descubrimiento de ciudadanías en culturas plurales.
Palabras clave: Resistencias, Estado, Movimientos Políticos, Universidad, Profesoras,
Mujeres
Abstract
The resistances of women developed from the State and Political Movements
outline legitimacy, autonomy, civic rights and militancy
in political movements; semiotic moorings which are creators of intersubjective
affectations, sponsors of resistance from feminity.
This is an epistemological approach concerning resistance in Venezuelan women.
Sociogenesis threads of resistance are noticed between the look of the
State-Nation and women feminity. Socio-historical
speeches about women-feminism and a situational phenomenology about the
dailiness of female professors are analyzed. A critical reflection integrated
with the genealogy of power, the archeology of knowledge and the social
hermeneutic to reveal cultural practices between men and women; the epistemic
reconstruction of female resistance; the highlighting of resistance as a human
quality; the reconsideration of the female-male dialogue; the silencing,
presence o absence of women and the discovery of citizenships in plural
cultures.
Key words: State, resistance and female professors.
1. INTRODUCCIÓN
Las resistencias de las profesoras
universitarias se reflexionan desde diferentes miradas determinantes en su
entorno sociocultural, considerando dos dimensiones temáticas que configuran su
ser y quehacer intelectual. Estas dimensiones apuntan a Leyes que imposibilitan
a las mujeres a ejercer el poder funcionario en los sistemas políticos,
económicos y sociales del Estado. También, refieren la Anulación de las mujeres
en los movimientos partidistas como cimientos epistémicos. Para esto, se visibiliza
una discusión teórica desde elementos constituyentes del Estado, actuando como ambientes
socio-semióticos que gestan y legitiman las resistencias en las mujeres
científicas, docentes e intelectuales.
Este
espacio de reflexión crítica, social e histórica se centra en Analizar las múltiples subjetivaciones y
prácticas sociales del discurso patriarcal existente en las leyes de ejercicio
del poder público, así como también, en las bases epistémicas de los
Movimientos partiditas. Lo expuesto, se asocia al planteamiento de Pineda
(2018) quien reconoce que la historia sobre las mujeres se estructura sociogenéticamente en una opresión masculina y eurocéntrica
del Estado-nación, enfocada en producir la epísteme de
las resistencias en la vida pública de las mujeres; lo cual recae en las
nociones e interacciones funcionales de las profesoras de una universidad
autónoma, pública, nacional en Venezuela.
2.
MÉTODOS
El
método abordado expone la incorporación de aspectos generales sobre el Análisis
Crítico del Discurso (van Dijk, 2003), así como de la yuxtaposición cultural a
partir de textos socio-históricos en relación con las
mujeres. Así, se concreta un análisis fenoménico referente a las cotidianidades
de las profesoras, considerando grandes puntos de tensión instaurados por la
ideología patriarcal del Estado. Es asumido, entonces, un análisis integrado
desde la genealogía del poder, la arqueología del saber y la hermenéutica con
sentido socio-crítico para identificar argumentos y
contrastarlos con las realidades sociales.
La discusión contiene una episteme teórico-metódica propia
de la investigación cualitativa, esbozando procesos interrelacionados de
significación. La primera dimensión revela
procesos intersubjetivos relacionados con las
Leyes del ejercicio público del poder. A su vez, manifiesta los procesos de
significación construidos socialmente en espacios simbólicos de producción de
prácticas identitarias de los Movimientos partidistas.
Todo
emerge en el sentido común creado por la convivencia del investigador con las
profesoras de la Escuela de Educación en la Universidad del Zulia (Venezuela),
en donde se visibilizan funciones docentes y roles laborales. También, se valoran
intersubjetividades y prácticas sociales existentes en documentos institucionales
que visibilizan discursos historiográficos sobre las mujeres ante la
determinación de cuerpos discursivos de leyes, principios y valores emplazados
en el Estado y en los Partidos Políticos en este país caribeño. Con en esto, se
analizan críticamente las cotidianidades universitarias y las situaciones
educacionales en conflicto que contextualizan a las mujeres. Así, se revelan
pensamientos dominadores contemporáneos e históricos sobre las identidades y
prácticas de géneros referente a las mujeres y a su participación en la
creación de bases culturales. En esta discusión se relacionan las tendencias de
las pretensiones opresivas de tales documentos ante el ser-y-quehacer histórico
cotidiano de las profesoras.
El
segundo proceso considera las percepciones
vinculantes de los aspectos que problematizan las leyes,
principios y valores existentes en el Estado y en los Movimientos de los
partidos políticos, como
categorías que originan resistencias en las prácticas sociales de las
profesoras. Así, se establecen intercambios grupales de saberes y experiencias
en la línea de investigación “Representaciones, Actores Sociales y Espacios de
Poder” (RASEP) inscrita en dicha Facultad. Este compartir genera las comprensiones
elementales sobre el discurso normativo que restringe el Estado
y los Partidos políticos,
como categorías institucionales discursivas que coordinan historias, contextos,
tradiciones, subjetivaciones, objetivaciones e intersubjetividades en pro de
configurar pensamientos y acciones de las mujeres.
Igualmente, se conversa sobre los significados, signos
e interacciones (prácticas sociales) referentes a la dominación generada por
tales categorías, lo cual es evidente u ocultado en la docencia, extensión,
servicio, producción e investigación universitaria que delimita y orienta las
relaciones sociales y las acciones productivas de las profesoras. Se tejen, por
tanto, intersubjetividades sobre los feminismos, estudios de géneros y estudios
sobre las mujeres[1],
como fuente de pensamiento fundamental. Esto vislumbra la subyugación que
determina las estructuras-dinámicas liberales de la universidad escolástica
venezolana, los currículos académicos y las prácticas profesionales educativas.
En fin, se toma en cuenta tales dimensiones desde las miradas situacionales y
epistémicas propias de las profesoras y no con una visión de género universal.
El tercer proceso metódico desarrolla una perspectiva basada
en estudios de los géneros, centrados en la noción de lo femenino y de mujeres así como también, en sus identidades y roles de
géneros manifestados en epistemes y en prácticas educativas. Adicionalmente, se
discute sobre la configuración conceptual y la delimitación histórico-material
de los géneros establecidos por el patriarcado ejercido por los cuerpos legales,
axiomáticos y valorativos emplazados con la fuerza del Estado y de los Movimientos de los
Partidos políticos. Todas las actividades registradas permiten dialogar sobre
los feminismos y roles de las actoras mencionadas con participantes de las
Licenciaturas en Educación, durante su formación profesional.
Lo expuesto reconoce la imposición del discurso
dominante revelado en tales cuerpos legales, axiomáticos y valorativos, visibilizado
en la educación superior. Todo esto analiza las bases identitarias
así como los modos de vida cotidiana de las profesoras, desde una visión
colectiva y transdiciplinar. Así, la interpretación refleja temas clave sustentados
en los discursos normativos, naturalizados, normalizados e institucionalizados
por las dos dimensiones planteadas, las cuales configuran las prácticas
educacionales subyugantes de mujeres dentro y fuera de la universidad. Por
tanto, lo desvelado cimienta
el discurso descriptivo sobre el estado del arte de las resistencias en las
prácticas socio-culturales de las mujeres científicas,
docentes e intelectuales.
La
convivencia social está fundada en la etnografía social, considerando los
estudios de casos (Rodríguez, Gil y
García, 1996) y en la etnografía en contextos escolares (Aguirre, 1995).
Así, se identifican las significaciones culturales e históricas sobre la
configuración de aspectos legales instalados por el Estado y los Movimientos de
los partidos políticos en Venezuela. También, valora una visión historiobiográfica desde los tiempos coloniales del siglo
XVIII para vincularlos, genealógicamente, con los comportamientos de las mujeres
docentes, científicas e intelectuales. Esta vinculación de aspectos histórico-coloniales
con las cotidianidades actuales de las profesoras, se
genera mediante conversaciones espontáneas en donde se resaltan significados relacionados
con la educación, resistencias, prácticas educativas, universidad y en las
dimensiones estructurantes de esta discusión.
El diálogo surge con la
reflexión crítica ante los aportes teóricos (documentos referenciales) en
relación con los cuerpos legales que fundamentan la opresión del Estado y los
Movimientos de los Partidos políticos; pues, se pone en un diálogo situacional
mediante la observancia de prácticas sociales de las profesoras. Una perspectiva analítica es originada hacia significaciones
en torno a: Estado, funciones públicas, participación cultural; Movimientos
partidistas, gremialismo y educación, resistencias, prácticas
socio-productivas, formación profesional, universidad, dominación científica. Lo
anterior fundamenta el estudio de condicionamientos ideológicos socio-culturales que someten a las mujeres mencionadas. Así,
se interpretan las interacciones laborales de la comunidad profesoral, quien
dibuja una lucha política e ideológica en su vida universitaria, bien sea a su
favor o en su contra (Rodríguez y otros, 1996; Denzin y Lincoln, 1994 y LeCompte, 1995).
Además,
se incorporan aspectos macroculturales, geopolíticos
y biopolíticos de la sociedad venezolana, delimitantes sobre la vida académica,
política e institucional de las profesoras en su cotidianidad laboral. Las resistencias, las mujeres y sus vidas
como docentes, las prácticas sociales, el contexto universitario, son otros aspectos
interactivos con los cuerpos legales considerados como un fenómeno hegemonizador e Ilustrado, sustentándose e interrelacionándose
con intersubjetividades sociales, políticas, históricas e ideológicas (González,
2016). Tales aspectos se basan desde variados
fenómenos situacionales dinamizados en ese conjunto de cuerpos legales y de
prácticas de resistencias definidas y caracterizadas con cualidades polifenoménicas, entendidas éstas, como miradas
plurales (Contreras, 2005, citado por Iribarne, 2005; Quesada, 2003, p. 359).
Las cualidades polifenoménicas se cimientan en la abstracción relacionada con la
intra-e-intersubjetividad social de ideas históricas, paradigmas de dominación y
hechos educativos, en donde confluyen procesos-productos narrativos sobre la
vida profesoral. En consecuencia, se desvela la adaptabilidad de signos
contextuales de la cultura e historia venezolana con miras a comprender la
manera en que: las profesoras, los documentos referenciales analizados y el yo-nosotr@s co-investigador@s,
construyen realidades sociales (Berger y Luckmann, 1979) en torno al conjunto
de cuerpos legales, principios y valores presentes en el Estado y en los Movimientos
de partidos políticos, por ende, en las acciones creadoras de resistencias en la
cultura universitaria.
El artículo
asume discursos institucionales creados por el Estado y los Movimientos de los
Partidos políticos en la gestación de resistencias a partir de la aproximación con
el interaccionismo simbólico de Doménech, Iñiguez y Tirado (2003) y la interacción social comunicativa de Calonge y
Casado (2001); consolidándose la observación participativa e interpretativa. Se
desvelan, a su vez, los significados sustantivos manifestados en documentos
referenciales sobre la historia de las mujeres en la configuración
institucional del Estado en tiempos coloniales de Venezuela y en el modelo fundacional
de los Movimientos políticos. Estas significaciones se analizan al entender
aspectos intersubjetivos sobre discursos heteronormativos de las leyes institucionales así como de las resistencias.
3.
RESULTADOS
Y DISCUSIÓN DE LAS DIMENSIONES
Leyes
que imposibilitan la herencia del ejercicio de poderes funcionarios en sistemas
políticos, económicos y sociales
Según
Quintero (2003) en la época colonial venezolana las mujeres principales e
inferiores no les era legítimo ni posible heredar poderes funcionarios en la
estructura política, económica, social; lo cual produce la naturalización de una
estructura jerárquica intra-género entre y sobre las
mujeres. Esto instaura una herencia cultural, haciendo que las profesoras se inserten en un mundo académico en donde ellas se
resisten, mediante su participación proactiva. Esto fortalece la jerarquía
planteada por el organigrama estructural y funcional, la cual tiene una
enunciación y distribución masculinista delimitada
por el sistema sexo/género (Oliva, 2005). Todo aspira dominar el ser, saber y hacer de las profesoras en sus
prácticas universitarias.
Cabrera, López y Royo (2020) asumen que el feminismo situacional es una perspectiva interesante para
entender que las profesoras se resisten ante la comunicación y frente a
mecanismos de relación institucional en la Escuela de Educación (LUZ),
promoviendo luchas sociales sobre identidades de géneros. Tomando en cuenta los
aportes de Valdivieso (2016), se destaca que las luchas son enfrentadas o solapadas entre las mujeres científicas,
docentes e intelectuales por llegar a acuerdos o aceptar signos y mecanismos
impuestos por ellas mismas; los que, a su vez, tiene significados históricos masculinizadores en las funciones universitarias. Las
profesoras se favorecen con los sistemas universitarios, creando competencia intragénero e intergénero en la jerarquía académica,
organizacional, política, social y económica. Esto genera aguerridas relaciones
entre profesoras y otros grupos universitarios, pues pretenden alcanzar cargos laborales.
La competencia para obtener mayor estatus, visibilidad institucional, capacidad
para el ejercicio del poder sobre la gerencia del profesorado y de procesos
técnico-materiales de esta institución, se impregna de lógicas tecnocráticas y
productivas provenientes del patriarcado capitalista (Meléndez-Ferrer, 2012).
Las mujeres mencionadas quieren cohesionarse a grupos de compañeras,
reproduciendo así, tradiciones y significados machistas encarnados en modelos gerenciales
universitarios. Esto se vincula con el pensamiento de bell
hooks (2017), porque se refuerza la lógica histórica
que la universidad es un espacio social destinado a representar fuerzas masculinistas que dominan el conocimiento-saber popular,
independientemente, que estén corporizadas en las profesoras. Al contrario, las
actoras mencionadas se oponen a la reproducción de ideologías masculinistas en la visión/misión institucional. Ellas
aceptan la existencia de tendencias organizacionales que crean principios
ideológicos femeninos, los cuales de-construyen, destronan, desmitifican,
desplazan ni complementan los estereotipos y la figura masculina en los
profesores. Ballarín
(2015) permite
tener una relación con esta simbología e imaginario,
lo cual representa la dominación prevalente en significados e interacciones
socio-productivas de equipos de trabajo, en leyes, reglamentos y normativas
institucionales así como también, en la investigación, docencia, extensión,
producción y servicio universitario.
Se
plantea así, una lógica de modelos o patrones históricos de segregación en
contra de-y-desde grupos femeninos (Rodríguez, 1999; Kupperman,
1998). De allí, las profesoras refuerzan la exclusión ante su propia participación
y, contradictoriamente, de-construyen las estructuras/mecanismos universitarios
de marginación heredados en la universidad. Lo reflejado se relaciona con las
ideas de Paiz (2017), quien sustenta que las mismas mujeres, también, legitiman
los grupos de colegas interesadas en omitir los cuestionamientos
institucionales, las demandas legales y el análisis crítico generado de este
entorno basado en enfoques científicos, políticos, culturales y en cualquier
lucha socio-ideológica. La omisión surge porque no les interesa desarrollar oposiciones
tanto a las estructuras funcionales y organizacionales, a los códigos
comunicacionales como a las prácticas sociales de la academia. Aunque todo esto
apoya la discriminación de las profesoras en los cargos, funciones, espacios y
eventos universitarios.
A
la luz de Flores, Espejel y Martell (2016), se comprende que las profesoras
enfrentan la fuerza intra-e-intergénero reproducida en
las costumbres socio-culturales de discriminación en
la universidad. Estas tradiciones separan identidades y prácticas sociales a
partir de la diferenciación: sexo-género en el trabajo profesional y
profesoral, asimismo, impulsan la diferenciación sexual en las funciones y
actividades cotidianas de las profesoras. Ellas conforman comunidades legítimas
de mujeres que propician ideologías dirigidas a reivindicar la paridad y la equidad
de condiciones (Fraisse, 2002)[2],
así como, al crear oportunidades laborales, académicas, políticas, económicas,
gremiales e institucionales ofrecidas ante el personal docente e investigación.
Todo
lo anterior se vincula con las ideas de Quiaragua
(2016), puesto que se fortalece una negación a ejercer derechos y deberes en la
participación de las organizaciones societales, haciendo que las profesoras silencien
u oculten las posibilidades para ser ciudadanas. Así, rechazan la lucha por sus
derechos y deberes académicos, políticos e institucionales, porque éstos están
limitados por la universidad. Lo expuesto invita a que más profesoras se apropien
de una identidad masculina, para así, asumir cargos gerenciales y funciones administrativas.
Esto les convierte en máquinas reproductoras de una cultura tecnocrática y
cientificista emplazada por la dominación patriarcal y capitalista. Tal forma
de interacción de la mujer a la vida pública se vincula con el hecho de que,
[…]
las mujeres ganaron algunos espacios en el plano jurídico, en la incorporación
masiva al mundo laboral y en la institucionalización de lagunas formas de
participación femenina, Sin embargo, perdieron autonomía en los objetivos
políticos de género
al intentar incluir sus demandas en los espacios políticos tradicionales.
(Valdés, 2000, p. 46).
Tomando
en cuenta lo mencionado, las mujeres científicas, docentes e intelectuales se
resisten a que algunas de sus compañeras accedan a dichos cargos y funciones en
la universidad. Por esto, las resistencias emergen a causa de situaciones o
argumentos, tales como: reforzamiento de la ideología masculina, estigmatización
negativa al asumir cargos de gobierno universitario, estereotipaje
negativo del costo-beneficio laboral o desempeño, la seguridad corporal y
partidista, la falta de remuneración adicional, el prestigio ocupacional, los
conflictos y riesgos que afectan las dinámicas familiares, entre otras situaciones.
En
la historia colonial de Venezuela, a las mujeres blancas -esposas de Ministros, quienes cometían infracciones socio-políticas-,
eran castigadas con el mayor rigor (Troconis, 2003). Se comprende, entonces, el
surgimiento de la exclusión hacia esta clase de mujeres para que ellas ejerzan
funciones públicas-laborales en los poderes públicos de la sociedad. Como una
herencia política-jurídica, las profesoras contribuyen con la segregación
cultural en las dinámicas intragénero y rechazan ideologías
masculinistas instauradas en la cultura universitaria.
Todo esto se opone a que cualquier profesora sea merecedora ética y
laboralmente para coordinar la gestión institucional. A su vez, se contrapone a
que estén formadas sobre aspectos profesionales necesarios al enfrentar retos
políticos, económicos, gremiales de la comunidad profesoral, así como, para
asumir responsabilidades académicas, científicas y gerenciales inherentes en
cargos de gobierno universitario. Con esta resistencia, las mujeres mencionadas
evitan actuar de manera exitosa, productiva y coherente con la visión-misión
general de la universidad.
Inspirados
en Moncayo y Zuluaga (2015), se visualiza el castigo en contra de las mujeres
por aspirar una participación en las estructuras productivas de la sociedad;
pues ellas apoyan prácticas sociales de la cultura universitaria legitimadora del
padecimiento de castigos académicos y organizacionales. A su vez, se resisten
al castigo institucional, evitan la interpretación o transgresión de normas y el
encubrimiento de estrategias poderosas ofrecidas por grupos conformados por
profesores y profesoras. Esta manera de existir, se
vincula a lo que Meléndez-Ferrer (2015: 456), considera como:
Las
resistencias son dispositivos culturales de complicidad de la dominación
patriarcal y capital desarrollada en espacios sociales. Basados en esta
comprensión sobre las resistencias, se incorpora el planteamiento de Kelly
(2009), a partir de quien se dilucida que las resistencias establecen un límite
en el ejercicio del poder. Las resistencias obligan a transformar las prácticas
de dominio en el ejercicio del poder. Esta mirada nos lleva a entender que las
resistencias instauran barreras socio-culturales para
demarcar un espacio sígnico de subyugación. Por esto, se genera un respeto
quizás agresivo de lo que significa: seguridad, capital, patrimonio, recursos,
espacios ganados o aborígenes. De esta manera, son subjetivaciones compartidas
con las que las profesoras activan acciones protectoras de sus tradiciones,
lugares, saberes, estructuras de confort y participación, entre otras cosas.
(p. 3)
Todo
esto genera varias situaciones, tales como: el naturalizar la experiencia de
ser maginadas en la comunidad universitaria, como ser penalizadas en las
funciones académico-organizacionales; el asumir penitencias desplegadas por el
profesorado dominador y el omitir responsabilidades de la transgresión de
normativas en la vida productiva universitaria. Se genera, por ende, una
cultura de violencia autoprogramada en las
consciencias de las mujeres así como, en el interior
de las instituciones educativas. En fin, con la mirada de Ruiz y Ayala (2016),
se entiende que las profesoras enuncian etiquetas peyorativas sobre su ser,
saber y hacer de su condición de mujer, así como también, ante los profesores en
sus funciones universitarias.
Desde
la colonia venezolana, surge una estigmatización negativa hacia las mujeres
casadas con funcionarios que trabajan en cargos de poder público. Por eso, un
aspecto clave al discutir la asimilación del patriarcado de las mujeres, es
como las profesoras asumen la cultura del privilegio masculinista.
Esta idea se fundamenta en Bard (2016), con quien se analiza
que las profesoras esán resguardadas y vinculadas
socio-afectivamente -de manera visible o silenciada pero astuta- con ciertos
profesores varones, quienes ejercen responsabilidades laborales en la
estructura organizacional y gobierno universitario. Además, el profesorado
masculino puede proteger, invisibilizar u ocultar prácticas sociales
transgresoras de sus compañeras profesoras.
Finalmente, las profesoras se
relacionan personalmente con profesores, quienes corporizan un status de poder gubernamental. Esto extiende el ejercicio
del poder en las relaciones de dominación dadas entre sus compañeras y compañeros
profesorales. En este sentido, Meléndez (2015) considera que
Las
resistencias se cimientan en una lógica de blanqueamiento, logrando que las
profesoras se conciban y sean percibidas como personas que extienden sus roles
maternos dominadores, a través de la función docente. Pero que
a la vez, demuestran una imagen de ser mujeres con privilegios económicos, sociales, higiénicos e institucionales en
pro de establecer diferencias discriminadoras en espacios culturales. (p.264)
Así,
se crean ventajas o privilegios socio-institucionales intra-e-intergénero en
los modos de vida universitarios; lo cual permea en la consciencia colectiva de
las mujeres para así ser víctimas de la cultura del privilegio o ser
reproductoras cómplices del ventajismo androcéntrico.
Anulación
de las mujeres en los movimientos partidistas como cimientos epistémicos
Según
Quintero (2003), las iniciativas políticas y reivindicativas no estaban
liderizadas por
mujeres ni tampoco estaban involucradas en la historia
institucional de la colonia venezolana. En consecuencia, emerge una cultura sin
la participación de mujeres, por lo cual, no hay posibilidad de luchas que
construyen ciudadanías femeninas y masculinas alternas en la consolidación del
Estado-Nación. Muy a pesar de esta herencia de negación, las profesoras están involucradas
en una universidad donde surgen luchas políticas, filosóficas y reivindicativas
sobre sus derechos y deberes como ciudadanas glocales e intelectuales. Ellas co-elaboran un sistema ideológico, político y gerencial que
apoya las prácticas sociales determinadas por un espíritu masculino negador; lo
cual oculta su protagonismo y silencia sus voces femeninas, necesario esto para
sustentar a las funciones universitarias, con una visión democrática feminista.
Las mujeres mencionadas consienten el instalar principios científicos y
populares, configurando una red de poder, en cuya intención es impedir
dinámicas socio-institucionales. Tales interacciones implantan luchas femeninas
en pro de ensamblar nuevas maneras para re-valorar objetos de resistencias sobre
los mundos femeninos de las profesoras en su vida social, científica, política
y productiva.
Apropiándose
de la perspectiva sobre la élite en la que viven las mujeres, se considera útil
asumir los aportes de Castañeda, Contreras y Parga (2019), con quienes se
comprende que las profesoras protegen prácticas culturales que legitiman una
ciudadanía elitista de grupos dominadores, para que el profesorado esté afectado
por ataques ideológicos-materiales en las interacciones cotidianas de la
comunidad profesoral. Ellas ensamblan duras barreras productoras de tecnologías
defensivas ante la violencia estructural, cimentando lógicas anti-ciudadanas hacia
tales actoras. Lógicas que son reveladas por otros grupos partidistas o políticos
externos e internos a la universidad. Además, resguardan ideológicamente, ciertos
argumentos machistas contrarios al profesorado; se supone que este profesorado
no refuerza el discurso patriarcal, porque no minimiza la presencia de
profesoras militantes en procesos histórico-materiales; reivindicándose la
ciudadana de mujeres en su vida productiva.
Logroño
(2017) consolida el debate crítico sobre el liderazgo masculino ejercido por
las mujeres en el mundo universitario. A la luz de esto, se visualiza que las
profesoras rechazan la instalación de protagonismos heterosexuales de otras
profesoras en el funcionamiento académico-organizacional. Así, impiden el re-ensamblaje
de visiones-misiones concretadas en luchas sociales e, igualmente, reprimen la réplica
de modelos más participativos asumidos por otras luchas de géneros en
diferentes campos culturales. En consecuencia, ellas reproducen las mismas tecnologías
de luchas (ofensivas) masculinas en pos de perpetuar las mismas luchas sexistas
en contra de mujeres universitarias. Todo provoca que muchas profesoras se mantengan
tras-bastidores en escenarios relevantes del mundo gerencial e intelectual.
Las
actoras mencionadas se resisten al oponerse a discursos patriarcales de los
grupos partidistas universitarios. Gremios que encubren figuras, voces y
huellas generadas por las profesoras, impidiendo la construcción de ciudadanías
inclusivas para la convivencia trans-género con la
diversidad de identidades sexuales y de géneros existente en la comunidad
profesoral. Según Flores y Espejel (2015), en la comunidad profesoral se fortalece
la cultura de génesis constante de prácticas sexistas, por lo cual es clave
considerar este aporte para analizar que las profesoras rechazan el desarrollo
de ideologías y prácticas provocadoras de una lucha sexista asumida por grupos
políticos masculinistas (independientemente, que sean conformados por
profesoras). Así, se destaca la imagen dominante de hombre liberal en la
universidad.
Álvarez
(2018) incorpora el debate sobre la construcción de las figuras de poder y pública
de las mujeres empoderadas. Esto requiere la necesidad de desvincularse con la
figura pública y de poder de los hombres dominantes en entornos políticos; lo
cual genera una mayor ruptura e impide el diálogo de intersubjetividades de
roles de género. Esto profundiza y amplía la comprensión de que las mujeres científicas,
docentes e intelectuales –como actoras políticas e interactuantes en espacios
de poder- se resistan a tolerar la reproducción de una cultura segregadora que enaltece
la figura del hombre subyugante. Desprecian ésto por
ser un elemento que garantiza a los profesores varones a tomar decisiones clave
y ser visibles en el ejercicio del poder universitario. Las actoras confrontan
ideologías y prácticas de partidistas-políticos que, con su protagonismo en la
gerencia universitaria, subyugan a profesoras como figura dominada, esclava,
servil y débil ante su feminidad. Todo es un elemento subjetivo-objetal que
implica que no sean reconocidas como ciudadanas auténticas, actoras, ni como constructoras
de conocimientos científicos-saberes populares necesarios para los procesos
políticos en la gubernamentalidad universitaria.
Por
otro lado, las profesoras se oponen a la filosofía unilateral, sexista y
partidista; refutando que las luchas de género no deben estar silenciadas ni polarizadas
por el masculinismo del profesorado en sus prácticas universitarias. En la
intersubjetividad de estas visiones limitadas de alteridad acerca de las
profesoras, se encuentra que ellas se resisten a encarar intereses de poder de los
partidos políticos. Esto se corporiza a lo interior de la universidad como
desde la participación encubierta de macro-organizaciones mundiales socio-político-partidistas en el contexto nacional y
extranjero. Así, crean oposición hacia los grupos/organizaciones con proyectos
políticos sexistas y de gobierno dominante, muy definido en contra de luchas
feministas y femeninas de las profesoras en sus prácticas institucionales. Todo
esto desestima sus cualidades como ciudadanas/protagonistas en las luchas trans-géneros (luchas que visualizan al ser humano más allá
de las categorías restrictivas de género, que buscan debilitar las fronteras
políticas del género), emplazadas en las ciencias, las disciplinas
humanas-sociales y en la profesión académica.
Se
muestra, por demás, una lógica masculinista de
exclusión político-partidista en contra de las mujeres para constituir el gobierno
en el Estado venezolano, provocando que las profesoras coexistan en un contexto
socio-político conflictuado que emerge,
constantemente, en la universidad. Ellas comparten un espacio cultural estructurado
por complejos discursos político-partidistas provenientes del poder de la
ideología imperialista, bien sea desde tendencias derechistas, centristas e
izquierdistas; lo cual rige el sentido hegemónico y homogéneo de los cuerpos
ciudadanos en la sociedad. Dicha marginación social se relaciona con la
necesidad de crear una ciudadanía femenina; por esto, las organizaciones de
mujeres en Latinoamérica construyen objetivos en torno a su condición y
posición en la sociedad. Sin embargo,
Se
irán ampliando las propuestas y las acciones al mismo tiempo que la conciencia
de su exclusión de la vida política nacional y de las instancias de toma de
decisiones. Obviamente, esta exclusión era a la vez un impedimento para cambiar
prácticamente cualquier aspecto de la situación en que se encontraban,
incluyendo la misma inexistencia de espacios de participación (Valdés, 2000, p.
31)
Las
profesoras sustentan la pervivencia de un masculinismo visible en las prácticas
universitarias, en cuyo contenido se encuentra un partidismo conservador y de
centro derecha; lo cual corporiza el control/dirigencia en un ejercicio de
poder excluyente contrario a estas mujeres. Dichas actoras intentan que la
tendencia derechista prosiga su proyecto de reproducción ideológica excluyente
hacia ellas mismas en sus funciones esenciales. Así, se replica su discurso
patriarcal en procesos científicos, administrativos y de gestión institucional
de la universidad, asumiendo una misma forma-contenido estético de cómo se encarna
el androcentrismo en los otros gobiernos del Estado.
De
acuerdo con Román (2017), las mujeres interaccionan en el interior de los
partidos políticos en pos de desarrollar liderazgos propios, consistentes y
coherentes con la ideología del patriarcado de los mismos.
Esto tiene la intención de que ellas sea una figura, mostrarse como persona y desplieguen
un conjunto de prácticas de poder en los espacios públicos, con una supuesta
lógica femenina del poder. Todo esto vislumbra que las mujeres -en este caso de
espacio de poder universitario- enraízan el patriarcado de grupos partidistas derechistas
y centro-derechistas, lo cual emerge en las
consciencias colectivas e, igualmente, en las tradiciones académicas, políticas
y gerenciales de la comunidad profesoral. Esto contribuye a que los movimientos
ideológicos excluyan su propio protagonismo. Tales prácticas discursivas son elementos
intersubjetivos indispensables para desarrollar estructuras del gobierno
institucional. Aunadamente, consideran a bien favorecer la polarización sexista
de tales grupos, impidiendo la concreción de luchas feministas que conlleven a su
interacción productiva. Las profesoras aplacan el activismo político-partidista
de grupos profesorales militantes con tendencias ideológicas centro-izquierdista,
izquierdista e izquierdistas radicales. Todos los grupos tienen derecho e interés
de producir el poder heterosexual en el gobierno universitario, mediante sus funciones
esenciales. Así, ellas confrontan significados y mecanismos, independientemente
que estén sustentados en un discurso a favor o en contra de sí mismas, como
personas productivas e indispensables en el gobierno institucional.
Dicha
confrontación de las profesoras surge con el apoyo de grupos profesorales que militan
tendencias derechistas extrauniversitarias, lo cual puede ser entendido como
una perspectiva descalificada y con alto nivel de desconfianza, pues se supone
que no contribuyen con los planes de desarrollo universitario. Por esto, se
resisten al aceptar que emergen voces de insurrección o de desestabilización en
contra del orden social propio del Estado liberal, burgués y del hombre blanco emplazado
en la universidad conservadora. Esta oposición se instaura por tales voces,
evitan o no la inclusión de las profesoras para que reivindiquen sus derechos y
deberes contractuales en el gobierno universitario. Tal reacción contraria surge
de pequeñas y segregadas comunidades profesorales, legítimas en una universidad
con espíritu democrático. Así, las profesoras no toleran a convivir con
movimientos revolucionarios izquierdistas corporizados en el gobierno
universitario. Esto normaliza una dirigencia restringida hacia las mujeres científicas,
docentes e intelectuales ante los procesos y escenarios institucionales para
realizar sus funciones universitarias; lo cual provoca su oposición a configurar
movimientos ideológicos socialistas y comunistas. Consecuentemente, se crea una
visión alterna de terceridad que establece movimientos sociales de disidencia al
implementar luchas de géneros, basadas en ideologías de ciudadanías inclusivas hacia
las profesoras.
Quintero
(2003) resalta que en la historia colonial venezolana no existían documentos
legales que avalasen la participación protagónica de las mujeres; destacándose así,
un discurso masculino en donde se refleja la ausencia y el silenciamiento de su
participación gerencial, gubernamental e intelectual. Esta invisibilidad se
manifiesta en documentos jurídicos y organizacionales de la universidad, en
cuyo discurso se cercenan los deberes y derechos como ciudadanas venezolanas. Las
profesoras interactúan en una institución que edifica una textualidad para
omitir su ser, saber y hacer como personas con derechos y deberes de ciudadanas
productivas. Por tanto, los derechos y deberes deberían ser visibles a partir
de diferencias de feminidades.
Dichas
mujeres resguardan documentos rectores que dirigen las instancias universitarias
desde una masculinidad represora de auténticas subjetividades propias de
mujeres, impidiendo su desarrollo integral como trabajadoras académicas. Las
profesoras consideran que los textos referidos son productos perfectos, absolutos
e irrevocables al momento de implementar la gobernabilidad universitaria. En
estos discursos prevalecen racionalidades que encubren la vindicación femenina
de profesoras al asumir el protagonismo en las funciones académicas y de
gobierno universitario.
Desde
diálogos trans-géneros, las profesoras se oponen al
análisis crítico de los documentos institucionales, tales como: la visión,
misión, filosofía de gestión, planes de desarrollo, reglamentos, normas,
convenios, entre otros. También, evitan estudiar los documentos rectores del
hacer del profesorado, así como, de la universidad como institución social con
una perspectiva feminista. Esto compromete su progreso dentro del escalafón
universitario, su posicionamiento y movilización en el gobierno institucional
e, igualmente, delimita su capacidad para negociar y obtener beneficios administrativos
por parte de grupos que dominan masculinamente cargos de tal gobierno. Por
tanto, ellas no les interesa entender que la universidad -como organización con
pensamiento crítico-confrontativo ante fenómenos culturales en los discursos
textuales-, debería propiciar el diálogo social sobre diversidades y
diferencias de géneros encarnadas en la comunidad profesoral. Consideran que tales
cualidades identitarias de géneros estén reflejadas en procesos y productos científicos,
andragógicos, gremiales, gerenciales que dicha comunidad asume. Las profesoras co-construyen raizalmente, las barreras
ideológicas-políticas escritas, sustentando así, prácticas sexistas e impiden
la inclusión visible de profesoras en textos rectores de la universidad.
En
fin, las mujeres mencionadas buscan espacios socio-científicos para el debate
político, jurídico y laboral, abriendo, discreta y solapadamente, caminos hacia
sus interacciones profeministas en la vida productiva, social e histórica de la
comunidad científica. Re-construyen mecanismos hermenéuticos que manifiestan la
necesidad de la universidad para vislumbrar la importancia del análisis de
textos rectores universitarios, al establecer una paridad de géneros en su
espíritu y estructura institucional. Ellas provocan que sea altamente valorada
y expresada una ciudadanía plural relativa a las profesoras en los textos universitarios.
Pino
(2003) manifiesta que la sociedad colonial venezolana no reacciona ante
situaciones de brutalidad que traspasan barreras del hogar para ser del
conocimiento público, porque se piensa que los maridos imponen una disciplina
legítima. Esto concreta una cultura familiar basada en la ideología
machista-patriarcal, fundamentando prácticas discursivas de violencia en contra
de mujeres. Por esto, las profesoras son coautoras de significados culturales, configuradoras
de sus modos de vida familiar; los cuales son desvelados en sus prácticas
sociales emergentes desde la analéctica con las fronteras extra-e-interuniversitarias.
Las mujeres en cuestión fortalecen una-sola-forma-y-contenido configurador del
moldeo heterosexual de cultura familiar. Se refuerza así, un sentido heteronormativo
impregnado en el imaginario de familia, desde el cual se valora sobre la matricentralidad
presente en la feminidad del profesorado como parte de la herencia
histórico-material de la Modernidad y por su arraigo en la cultura occidental hispanoamericana.
Ellas consolidan una cultura familiar a partir del refuerzo de relaciones
sociales construidas en la universidad. Deseando, entonces, socializar su
valoración positiva de que su modelo familiar se centra en una lógica de
blanqueamiento, pureza y racialidad ante otros grupos
socio-familiares; así mismo, plantean que su vida
familiar busca asepsia sobre: almas, saberes y cuerpos de sus familiares mediante
costumbres y tradiciones. En fin, las mujeres consideran el debate polarizado y
conflictuado de diversos estilos políticos tanto con herencias monárquicas,
dictatoriales como democráticos establecidos en la familia.
Las
profesoras mantienen un discurso histórico-material, expresando que las eventualizaciones de su familia deben permanecer aisladas
del mundo laboral. Así, ellas promueven una cultura familiar que apoya la
violencia sobre la libertad de voces femeninas maltratadas que requieren
escucharse. En la universidad, se refuerzan intersubjetividades machistas en
las relaciones profesorales, fortaleciendo así, un concepto de vida privada,
propia de un liberalismo social. Estas actoras favorecen ideologías sexistas en
la vida familiar mediante esquemas mentales de la colectividad profesoral que
valoran, positivamente, la discriminación. Dichos esquemas separan u ocultan intersubjetividades
de las profesoras en sus entornos naturales e impiden la intervención de tales
significaciones en la vida laboral. Perpetuán, también, discursos violentos en
las colectividades sociales, resaltando la pervivencia de ideologías
patriarcales en la familia a la que están subyugadas. Las profesoras
resistentes al reproducir argumentos de violencia sexual, ya que instalan la
dominación de sus vidas en su entorno familiar. Así, generan resistencia
familiar en pro de configurar mecanismos de violencia intergénero, manifestados
éstos de manera corporal, sexual, laboral, ideológica, religiosa, económica y
doméstica en sus vidas. De esta manera, producen prácticas discursivas universitarias,
apuntando a que el hombre debe ser protegido e intocable por políticas
ciudadanas basadas en una polaridad de géneros promovidas por el Estado-Nación.
Las políticas afectan los cuerpos dóciles de las profesoras en su condición y rol
de esposa, concubina, novia, madre, hermana, cuñada, vecina, tía, profesional e
intelectual.
Por
otro lado, las mujeres mencionadas rechazan que el maltrato instaurado por el cónyuge
u otro hombre miembro de su contexto familiar, sea una
situación silenciada y subestimada ante la comunidad profesoral, así como, por
los documentos jurídico-legales universitarios. Ellas confrontan esa cultura machista
naturalizada en la familia que se expande en sus prácticas sociales
universitarias. Finalmente, generan resistencias familiares intentando
re-pensar una forma-otra de vivir la universidad, asumiéndola como un espacio
vital para construir una formación permanente sobre derechos y deberes humanos
para protegerse frente a los diversos modos de violencia, protagonizados por la
ideología masculina. Igualmente, procuran entender y hacer que la universidad
sea una institución social, que impulse el apoyo jurídico, psicológico y social
en pro de defender –desde una ciudadanía feminista- las condiciones y
cualidades femeninas de las profesoras como mujeres maltratadas en sus
dinámicas familiares.
4.
CONCLUSIONES
Esta discusión reflexiona que las profesoras visibilizan resistencias enfocadas en establecer luchas entre profesoras que contradicen su reivindicación, liberación y emancipación en la vida productiva pública. A su vez, no les interesa criticar el pensamiento hegemónico del institucionalismo universitario, asumiendo perspectivas epistémicas, políticas, sociales múltiples. Como mujeres científicas, docentes e intelectuales aceptan la descalificación sutil y metadiscursiva que demuestra el pensamiento machista ante sus capacidades, formación y derechos de participación para la gestión institucional. Sin embargo, desaprueban aspectos de dominación existentes en el reglamento institucional y legitiman el control sobre su participación socio-académica. Las profesoras aprueban el enquistamiento de personas en gobierno universitario, lo cual las automargina y consolida la segregación clasista.
Dichas mujeres manifiestan resistencias positivas para reproducir la colonización del intelectualismo en las dinámicas y estructuras organizacionales. Así, replican el ideario burgués de la cultura científica, fortificando su acoplamiento a proyectos partidistas que rigen la gestión universitaria. Las profesoras refuerzan la personalidad de intermediación ante los procesos gerenciales, desarrollando identidades de subordinación naturalizada y normalizada en las relaciones sociales. También, obstaculizan la gestión de políticas universitarias que impulsan la diversidad y diferenciación tanto de las identidades, roles como de las prácticas sexuales en la comunidad universitaria. Con esto, las mujeres apoyan el machismo y el patriarcado al negar identidades, roles y prácticas sexuales de sí mismas en la gestión universitaria y manifiestan el descontento ante el ocultamiento de luchas de géneros silenciadas por el masculinismo científico y gerencial.
Finalmente,
las profesoras vislumbran discursos políticos conservadores-morales y de
separación de sexo-género para mantener el patriarcado en las gestiones
universitarias. Esto se vincula con el silenciamiento de experiencias dolorosas
y violentas en espacios públicos, con lo cual ellas apoyan la violencia sobre
las experiencias de mujeres maltratadas en la familia. Este debate es un camino
en donde se evidencian prácticas culturales diferenciales entre
mujeres-y-hombres en espacios universitarios, legales y partidistas. Se valora,
además, la reconstrucción epistémica de las resistencias femeninas en tales
espacios culturales, resaltando las resistencias como cualidades humanas. Así,
el diálogo femenino con lo masculino se replantea porque se desvela el
silenciamiento, la presencia y/o ausencia de las profesoras; descubriendo así, ciudadanías-otras
a partir de entramados culturales plurales.
5.
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[1] La
tarea de los Estudios de la Mujer se
enmarca en tomar conciencia de la necesidad de un cambio profundo en la
sociedad, como respuesta de un nuevo modelo de convivencia, un nuevo orden, un
nuevo modo de vivir pacíficamente. Se cree en el poder de la palabra y la
razón, a través de un nuevo discurso promotor de la inclusión de las mujeres
por medio del lenguaje, el conocimiento, al que se tiene que revisar por su
construcción androcéntrica, pero también se entiende y promueve la necesidad de
empoderarse las mujeres para lograr los cambios necesarios. Dichos Estudios en la Universidad del Zulia, se
inician con el propósito de buscar comprender un mundo en el que las mujeres
son oprimidas, pero también, proponer cambiarlo. Esto significa, que la
revisión crítica de cada contenido que se hace, debe
llevar a poner las ideas en común a través del diálogo permanente en la
Academia, con el fin de transformar las relaciones de poder existentes entre
los géneros, tanto en lo académico como en el mundo y la vida en general. Existe
un énfasis que los estudios son “de la Mujer” y no “sobre la Mujer”. Esto tiene
una relevante importancia, al entender que los estudios <DE> la mujer apuntan a reconocer las infinitas
intersubjetividades, situaciones, experiencias, epistemes y realidades sociales
que viven las mujeres, las cuales son narradas, interpretadas y escritas por
ellas mismas. Sin embargo, los estudios <SOBRE> las mujeres se enfocan a
ser un análisis que elaboran tod@s las personas, en sus diversas identidades de
géneros y orientaciones sexuales para contribuir con la comprensión de las
infinitas intersubjetividades, situaciones, experiencias, epistemes y
realidades sociales que las mujeres tienen y se enfrentan. Es decir, que los
primeros estudios son pensados-expresados por las mismas voces de ellas y los
segundos son producidos-ampliados por diferentes voces provenientes de
diferentes grupos de géneros.
[2] Según Fraisse, (2002: 68) “el Estado no sólo vaya más allá de reconocer su protagonismo en el sufragio, sino que se interesan en el acceso al poder político, lo cual les codifica como participantes en «la toma de decisiones». Por ésto, existe una “participación equilibrada de hombres y mujeres en la toma de decisiones”