RELACIÓN ENTRE CONSUMO DE
COMPUESTOS BIOACTIVOS DE FRUTAS Y RIESGO DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES EN UN
CONJUNTO RESIDENCIAL DE QUITO-ECUADOR
RELATIONSHIP BETWEEN
THE CONSUMPTION OF BIOACTIVE COMPOUNDS IN FRUITS AND THE RISK OF CARDIOVASCULAR
DISEASES IN A RESIDENTIAL COMPLEX OF QUITO-ECUADOR
Hernández, Klever.*, Morales, Nicole.*, & Ordoñez, Roberto. **
* Facultad de Salud y Bienestar. Escuela de Nutrición y Dietética. Universidad Iberoamericana del Ecuador, Quito, Ecuador
** Facultad de Salud y Bienestar. Escuela de Nutrición y Dietética. Universidad Iberoamericana del Ecuador, Quito, Ecuador; Escuela de Gastronomía. Universidad de las Américas, Quito, Ecuador.
Autor corresponsal: rordonez@unibe.edu.ec
Manuscrito recibido el 26 de Marzo de 2021.
Aceptado para publicación, tras proceso de revisión, el 28 de Abril de 2021.
Resumen
Los compuestos bioactivos se producen en el metabolismo secundario de las plantas, y pueden otorgar un efecto benéfico sobre diversas patologías del organismo humano. El objetivo de esta investigación fue identificar la relación entre el consumo de compuestos bioactivos presentes en frutas, frente a riesgo cardiovascular según el índice de masa corporal (IMC), índice cintura/cadera (ICC), y el índice cintura/talla (ICT). Se diseñó un instrumento para obtener la frecuencia de consumo de frutas en un conjunto residencial de la ciudad de Quito, la cantidad de compuestos bioactivos en frutas se determinó mediante la base de datos Phenol-Explorer, para calcular los índices se realizaron medidas antropométricas, y para analizar la correlación entre el consumo de compuestos bioactivos frente a IMC, ICC, e ICT, se utilizó la correlación de Spearman. Se encontró una tendencia baja de consumo de compuestos bioactivos en frutas, el riesgo de obesidad fue de 85% mujeres 87% hombres, el riesgo cardiovascular según ICC fue de 80% mujeres y 53% en hombres, y en ICT de 65% mujeres y 100% hombres. Finalmente, la correlación para IMC fue de -0.0347 negativa débil, para ICC -0.0561 negativa débil y para ICT 0.0824 positiva débil. El consumo de frutas y el riesgo cardiovascular según los índices mostrados, presentan una correlación débil siendo esta no significativa, puesto que el consumo de frutas en el conjunto es bajo, esto puede representar un problema a largo plazo ya que la evidencia científica indica de manera general, que el consumo elevado de compuestos bioactivos en frutas puede prevenir la aparición de distintas enfermedades cardiovasculares.
Palabras clave: Nutrición, Salud, Medidas Antropométricas.
Abstract
Bioactive compounds are produced in the
secondary metabolism of plants and can have a beneficial effect on the human
organism's various pathologies. The objective of this research was to identify
the relationship between the consumption of bioactive compounds present in
fruits versus cardiovascular risk according to the body mass index (BMI),
waist/hip index (WHR), and waist-height ratio (WHtR). An instrument was
designed to obtain the frequency of fruit consumption in a residential complex
in the city of Quito, the number of bioactive compounds in fruits was
determined using the Phenol-Explorer database, anthropometric measurements were
carried out to calculate the indices and to analyze the correlation between the
consumption of bioactive compounds versus BMI, WHR, and WHtR, the Spearman
correlation was used. A common trend of consumption of bioactive compounds in
fruits was found. The risk of obesity was 85% women, 87% men, the cardiovascular
risk according to WHR was 80% women and 53% in men, in WHtR was 65% women and
100% men. Finally, the correlation for BMI was -0.0347 weak negative, for WHR
-0.0561 weak negative, and 0.0824 weak positives for WHtR. The consumption of fruits and
cardiovascular risk, according to the indices shown, present a weak
correlation, this being not significant, since the consumption of fruits in the
whole is low, this may represent a problem in the long term since since
scientific evidence indicates in a general way that the high consumption of
bioactive compounds in fruits can prevent the appearance of different
cardiovascular diseases.
Key words: Nutrition; Health; Anthropometric Measurements.
La
nutrición cumple un papel determinante en la salud de las personas, a este
término se pueden asociar varios aspectos que influirán en su desarrollo:
actividad física, factores económicos, ambientales, genéticos y hábitos
alimentarios, siendo este último el más importante (Ordoñez-Araque et al., 2021). Según Pereira y Salas (2017), la nutrición es la acción que
abarcan la búsqueda de comida con el fin de cumplir todas las necesidades
fisiológicas que demanda el cuerpo; estas son aprendidas en el núcleo familiar
y se transforman en costumbres. A lo antes mencionado se puede agregar el
termino de transición nutricional, que según De La Cruz (2016), es una respuesta a cambios económicos caracterizado por el remplazo de
una alimentación tradicional e incorporando una dieta hipercalórica, con
aumento del consumo de grasas y azúcares. Herrán et al. (2016), indican que la nutrición cobra una mayor relevancia en la sociedad, en la
medida en que uno de sus principales problemas es el exceso de peso.
Como
antes se señaló, una consecuencia de este cambio en los hábitos alimentarios
junto con la presencia de una transición nutricional, dan como resultado exceso
en la acumulación de grasa corporal, esto se expresa como sobrepeso y obesidad.
López de Blanco y Carmona, (2005), afirman que la tendencia de dietas altas en grasa y azúcar, producen
enfermedades crónicas no transmisibles, esto se puede asociar con el resultado de altos índices de
sobrepeso y obesidad encontrados en la última Encuesta Nacional de Salud y
Nutrición de Ecuador en el año 2012-2013, mencionado por la Organizacion Panamericana
de la Salud y Organizacion Mundial de la Salud (2015). Este organismo indica que, por este
motivo pueden surgir diversas enfermedades: enfermedad coronaria, diabetes tipo
2, cáncer (endometrio, mama y colon), hipertensión (presión arterial alta),
dislipidemia, accidente cerebrovascular, enfermedad del hígado y vesícula,
apnea del sueño, problemas respiratorios y artrosis.
Un
cambio en la alimentación, incorporando tendencias actuales en el campo de la
nutrición, es una posible solución a esta problemática, en este sentido surge
la idea de la incorporación de alimentos funcionales. Fuentes et al. (2015), define a los alimentos funcionales como aquellos que pueden contener
compuestos bioactivos, y proporcionan un beneficio a distintas funciones del
organismo, pudiendo estos contribuir a disminuir el riesgo de contraer
enfermedades. Herrera et al. (2014), considera como compuesto bioactivo a las sustancias que son capaces de
aportar distintos beneficios a la salud, más allá de los que se obtienen en la
nutrición básica. A pesar de existir una gran variedad de estos compuestos, y
con la finalidad de simplificar su estudio, se han propuesto grupos
específicos, siendo estos según Martínez et al. (2008): sustancias nitrogenadas, azufradas, terpénicas y fenólicas, por ultimo López et al. (2012) agrega a esta clasificación al grupo de los fitoesteroles.
Si bien
es conocido que este tipo de alimentos con elevado contenido de compuestos
bioactivos presentan un beneficio para la salud, los mecanismos en el organismo
no han sido del todo estudiados, principalmente por la cantidad y diversidad de
los mismos. Sin embargo, se han realizado numerosas investigaciones en
distintos campos donde pueden ejercer su efecto nutricional y de salud, siendo
estos según Beltrán (2016): etapas del crecimiento y desarrollo, metabolismo, defensa antioxidante,
sistema cardiovascular, funcionamiento intestinal y funciones psicológicas.
El objetivo de esta investigación
fue determinar la relación entre el consumo de compuestos bioactivos presentes
en frutas frente al riesgo de enfermedades cardiovasculares en un conjunto
residencial de la ciudad de Quito.
Este estudio propuso realizar la investigación en
personas de un conjunto residencial de la ciudad de Quito. Según datos de
campañas deportivas y de salud organizadas por distintas entidades, y obtenidos
a través de los representantes de cada lugar, el conjunto San Sebastián del
Norte, ubicado en la parroquia de Cotocollao, presentó el mayor índice de
personas con sobrepeso y obesidad en comparación con otros conjuntos, este
porcentaje se encontró principalmente en personas entre 45 a 60 años. La
población total del conjunto es de 200 personas, de estas, se seleccionaron la
totalidad de personas entre el rango de edad (45-60), con esto se obtuvo una
muestra no probabilística de 35 personas entre mujeres y hombres.
Procedimiento
La aplicación de
las encuestas nutricionales y la toma de datos antropométricos fueron recolectados
por los investigadores de manera presencial en la sala comunal del conjunto
residencial. Se destinó un tiempo de 30 minutos por participante. Se utilizó
una balanza marca Omron para conocer el peso actual (kg), se solicitó a
las personas que se retiren los zapatos y accesorios, adicionalmente, que estén
con ropa ligera y la vejiga evacuada. Para conocer la talla (cm) se utilizó un tallímetro
marca Seca. Con las mismas recomendaciones de la toma de peso, se tomó
la talla, se solicitó que cada persona señale los puntos anatómicos de apoyo en
el tallímetro (talones juntos, pantorrillas, glúteos y hombros) y que la cabeza
esté en plano de Frankfort. Para medir la circunferencia de cintura y cadera,
se utilizó una cinta Lufking, para la medida de la cintura se consideró
el punto medio entre el borde costal inferior y el borde superior de la cresta
iliaca, mientras que para la cadera se observó el punto más sobresaliente de
los glúteos aproximadamente por encima de los genitales.
Instrumentos
Consumo de compuestos bioactivos en
frutas
Para el diseño del instrumento se tomaron en
cuenta las frutas de mayor consumo dentro de la población de estudio mediante la
aplicación de un cuestionario previo. Se analizó y clasificó la cantidad, y
tipo de compuestos bioactivos de las frutas que se consumen en el conjunto. Para
esto se utilizó la herramienta online Phenol-Explorer (Database on
polyphenol content in foods) que contiene una base de datos del contenido de
polifenoles en alimentos, desarrollada por los autores Neveu
et al., (2010) y datos de
estudios científicos. Se identificaron 3 grupos principales de compuestos
bioactivos (fenólico, terpénicos y fitoesteroles). Se diseñó la encuesta en
función de las frutas principales, sus compuestos bioactivos, y la frecuencia
de consumo. Se consideró una frecuencia semanal: nunca (0 días), bajo (1-2
días), medio (3-4 días), alto (5-6 días), y todos los días (7 días). El
instrumento estuvo provisto de 13 ítems con el análisis de consumo de compuestos
bioactivos en las siguientes frutas: uvas, fresas, cerezas, piña, manzanas,
naranjas, mandarinas, papaya, melón, durazno, sandia, aguacate y plátano seda.
La validación del instrumento fue realizada por un grupo de expertos en
nutrición y estadística de la Universidad Iberoamericana del Ecuador. Se aplicó
una prueba de confiabilidad en una muestra piloto de 10 participantes con rango
de edad y condiciones similares a la población de estudio. Finalmente, para
estimar la fiabilidad del test se aplicó el coeficiente alfa Cronbach, el cual
tuvo como resultado 0,85, cifra aceptable que indica alta confiabilidad y
consistencia.
Índice antropométrico de obesidad y
riesgo cardiovascular
El instrumento antropométrico se
realizó con base en la investigación de Corvos et al., (2014), dónde se
menciona que los indicadores idóneos para la evaluación de enfermedades o
alteraciones cardiovasculares son: índice de masa corporal (IMC), índice
cintura/cadera (ICC), junto con el índice de cintura/talla (ICT). Los
parámetros y rangos para identificar riesgo en estos índices son: IMC: talla
(cm) y peso (kg) ≤25 con riesgo de sobrepeso y obesidad. ICC: circunferencia de
cintura (cm) y cadera(cm), >0,85 mujeres y >0,95 hombres con riesgo de
enfermedad cardiovascular. ICT: circunferencia de cintura (cm) y talla (cm), ≥
0,5 mujeres y hombres con riesgo. Para el test se diseñaron 10 ítems a evaluar:
edad, sexo, peso, talla, IMC, ICC, ICT, obesidad y sobrepeso según IMC, riesgo
cardiovascular según ICC y riesgo cardiovascular según ICT. El instrumento se
validó en la Universidad Iberoamericana del Ecuador mediante la intervención de
expertos en nutrición y estadística. Para comprobar la confiabilidad de las
preguntas se aplicó el cuestionario a una muestra de 10 personas con edad y
condiciones similares a la población de estudio. Para comprobar la fiabilidad
del test se aplicó el coeficiente de Kuder Richardson, con un resultado de 0,90, lo
cual indica que se obtuvo confiabilidad elevada.
Análisis estadístico
Los datos de consumo de compuestos bioactivos en
frutas se codificaron de acuerdo a la frecuencia de consumo en días: nunca (0);
bajo (1-2); medio (3-4); alto (5-6) y todos los días (7). Para representar los
resultados del instrumento de índice antropométrico de obesidad y riesgo
cardiovascular, se identificaron participantes: con riesgo (1) y sin riesgo
(0). Se realizó estadística descriptiva, para la representación de los
resultados y se utilizaron graficas de barras agrupadas según los parámetros
que les corresponda. Finalmente, se realizó una correlación de datos para
analizar compuestos bioactivos en frutas frente a IMC, ICC, e ICT. Esto se
realizó mediante estadística inferencial, se aplicó el coeficiente de
correlación de Spearman y este se analizó mediante los rangos que se encuentran
detallados en la investigación de Mondragón
(2014). Para todos
los instrumentos, se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 15.0 para
Windows.
Aspectos éticos
Los participantes fueron informados de todos los
detalles correspondientes a la investigación, se indicó que todos los datos
estarán protegidos, y los resultados serán utilizados exclusivamente para fines
investigativos. Todos aceptaron y firmaron un consentimiento informado
aceptando formar parte del estudio.
Consumo de compuestos bioactivos en frutas
El gráfico 1 presenta los resultados de la frecuencia de consumo de frutas
con compuestos bioactivos, de manera general se encontró una tendencia de baja
ingesta para todas las frutas. Entre los principales resultados podemos
mencionar que la fruta de menor consumo es la cereza, el 71% de las personas
afirman que nunca la consumen. El melón presenta un 69% en la categoría bajo,
el aguacate se encuentra con un 40% de consumo medio, y dentro del consumo alto
se encuentra también aguacate junto con papaya con el 31% y 26%
respectivamente. La manzana es la fruta con mayor consumo diario con un 14% de
la población que afirma consumirla todos los días. Este estudio muestra
relación con la información presentada por el Ministerio de Salud
Pública del Ecuador y la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, (2018), en las GABA’s (Guías Alimentarias Basadas en Alimentos) del
Ecuador, donde se indica la que en el país existe un consumo bajo de frutas y
verduras, siendo esta menor a 5 porciones diarias. El estudio realizado por Navarro et al, (2017), evidenció que en la Encuesta Nacional
de Ingesta Dietética Española (ENIDE) realizada en el 2011, el consumo de fruta
fue de menos de 3 porciones al día por persona (cantidad que corresponde a la
ingesta mínima recomendada), lo cual se asemeja al presente estudio en cuento a
la baja cantidad que se ingiere.
El consumo de manzana reportó la ingesta más elevada diaria, esto lo
podemos comparar con el estudio de Restrepo et al. (2014), donde la fruta que más consumen los
estudiantes universitarios de Medellín Colombia es la manzana, en este estudio
se concluyes que si bien esta fruta es muy interesante desde el punto de vista
nutricional, en países tropicales como Colombia y Ecuador se debería priorizar
el consumo de otras frutas locales y de temporada. La investigación de Rodríguez-Leyton (2019), indica la importancia del consumo de
frutas por todos los beneficios que otorgan a la salud humana, en países de
Latinoamérica existe un evidente consumo bajo de estos alimentos, pero no solo
se debe analizar el factor nutricional, también existen otros factores sociales
como: las comunidades rurales que pueden ser beneficiadas al tener que
incrementar su producción y por consecuencia sus ingresos tras un consumo mayor
de frutas de la población, por esto y muchas otras razones, las políticas
públicas deben buscar estrategias para lograr este incremento de consumo.
Los investigadores Escudero y Vizcaíno,
(2016), expusieron un estudio de cohortes
prospectivo aplicado en una población China de 3,2 millones de personas, donde
se observó datos como IMC, presión arterial sistólica, y muertes asociadas a
eventos cardiovasculares por 7 años, frente al consumo de frutas y verduras.
Los resultados indicaron una elevada relación entre las incidencias de eventos
cardiacos y la baja cantidad de fruta consumida, esto valida a los resultados
de la presente investigación, ya que existe una tendencia al bajo consumo de
frutas en la población de estudio, lo que podría ser un factor determinante
para tener en el futuro una alta incidencia de enfermedades cardiovasculares.
Gráfico 1.
Frecuencia de consumo de frutas en un conjunto residencial en Quito.
Índice antropométrico de obesidad y riesgo cardiovascular
En el gráfico 2 se
pueden observar los datos correspondientes a los índices de riesgo establecidos
en la ficha antropométrica. Según el IMC, el 85% de mujeres presenta obesidad y
sobrepeso, similar al resultado de hombres (87%). El 80% de mujeres y el 53% en
hombres presentan riesgo cardiovascular según ICC. Según el ICT existe riesgo
de 65% en mujeres, y en hombres el riesgo abarca al 100% de la población
estudiada. El estudio realizado en China por Zhu et al. (2014), analizó la posible relación del ICT
como predictor de riesgo de enfermedades cardio-metabólicas, se demostró que este índice es más sensible para
predecir riesgo en mujeres que en hombres, además de recalcar que el ICT es un
índice más eficiente frente al ICC. En su estudio se correlacionó a los índices
con diferentes factores de riesgo, mostrando así un grado de relación frente a:
glucosa postprandial a 2 horas, glucosa plasmática en ayunas, presión arterial
sistólica, y una ausencia de relación frente a niveles de colesterol HDL.
Con estos
resultados podemos analizar de manera preocupante el índice encontrado en el
conjunto residencial, ya que tanto hombres y mujeres presentan un elevado
porcentaje de ICT, lo cual en el futuro podría desencadenar en enfermedades
cardiovasculares graves, que afectarán a las familias de la población
encuestada de la presente investigación. En el estudio transversal descriptivo
presentado por Luengo et al. (2009), se seleccionaron 833 personas en
Portugal, se evaluaron medidas antropométricas, presión arterial, y se utilizó
el método de Framingham modificado para estimar riesgo cardiovascular. Se
mostró una correlación significativa respecto a los índices de ICC e ICT,
diferenciando su precisión de manera que el ICC fue mayor en varones e ICT en
mujeres. Por este motivo, es importante dividir la población de estudio por
sexo, en esta investigación se analizaron los datos por separado para encontrar
riesgos reales sin sesgos. A pesar de no realizar una correlación entre ICC e
ICT, se puede determinar que, al obtener valores altos en los índices, estos
representan un problema actual, y que si no se toman medidas para disminuir ese
porcentaje, la población tendrá problemas cardiovasculares graves a mediano y
largo plazo. Bryce et al, (2017), indican que en varios estudios epidemiológicos
se ha observado la relación entre la presencia de obesidad y un riesgo mayor de
padecer enfermedades cardiovasculares, esto se puede interpretar por la
distribución del tejido adiposo, de modo que un exceso de grasa visceral se asocia
con dislipidemias aterogénicas, hipertensión arterial y un aumento de riego de
trombosis.
Esto se asemeja a
los resultados obtenidos en la población de la presente investigación, donde se
utilizó el IMC como herramienta para el diagnóstico de obesidad y sobrepeso. Se
obtuvo porcentajes altos en ambos sexos, lo que indica alta presencia de esta
condición en la mayoría de las personas lo cual representa un factor de riesgo
cardiovascular. En la predicción de riesgo cardiovascular se utilizaron índices
como el ICT, el cual mostro alta prevalencia en la población de estudio, los
resultados fueron similares al estudio realizado por Muñoz et al. (2016), en una población mayor de 18 años en
ciudad Juárez, donde se estableció una relación entre el índice cintura altura
con factores de riesgo cardiovascular. Los resultados de los investigadores, mostraron
que el 74.1% de la población presentó rangos superiores a 0.50, lo cual se
estableció como normal.
Estas cifras se
asociaron con valores elevados de tensión, peso, circunferencia de cintura, así
también con la presencia de hiperglicemias, hipertrigliceridemia y síndrome
metabólico. Finalmente, en el trabajo presentado por González et al. (2013), se estudió la utilidad del ICC como
predictor del riesgo de hipertensión arterial, clasificando a los participantes
en primera instancia según su estado nutricional, es decir normo peso,
sobrepeso y obesidad. De esta manera se observó que los valores de ICC
incrementaban a medida que el estado nutricional se deterioraba, también se los
comparó con niveles de presión arterial sistólica y diastólica presentando
valores más altos en el grupo de sobrepeso y obesidad. Esto tiene relación con
los datos obtenidos en este estudio, como se observa en la gráfica 2 los
niveles de IMC (sobrepeso y obesidad) se encuentran elevados y esto es
proporcional a los niveles de riesgo cardiovascular según ICC en ambos sexos.
Gráfico 2. Índice
antropométrico de obesidad y riesgo cardiovascular en un conjunto residencial
en Quito.
Correlación de compuestos bioactivos en
frutas frente a índice de masa corporal (IMC) índice cintura/cadera (ICC), e
índice cintura/talla (ICT)
El gráfico 3 presenta la
correlación entre el consumo de compuestos bioactivos en frutas frente a
índices de riesgo (IMC, ICC e ICT). Se interpretaron los resultados según el
coeficiente de correlación de Spearman, el primer cuadro corresponde al consumo
de compuestos bioactivos frente a IMC, este presenta una correlación negativa débil
(-0.0347), el segundo cuadro muestra la correlación de consumo frente ICC en
donde se observa una correlación negativa débil de -0.0561, y finalmente el
tercer cuadro indica una correlación positiva débil (0.0824) entre el consumo
de compuestos bioactivos en frutas e ICT.
Los principales compuestos bioactivos presentes en las
frutas consultadas en este estudio son: compuestos fenólicos (ácido
hidroxicinámico, antocianinas, y flavononas), compuestos terpénicos (licopeno,
β-caroteno, luteína y zeaxantina) y fitoesteroles (Beta & Duodu, 2016;
Weber & Passon, 2019). Quiñones
et al. (2012), mencionan
que la biodisponibilidad de los compuestos bioactivos se puede ver afectada
durante el proceso de absorción en el organismo, donde sufren modificaciones en
su estructura como puede ser la metilación, sulfatación o glucuronidación en el
hígado. Después de su metabolismo los compuestos bioactivos pasarán al plasma y
tejidos, pero dependiendo de varios factores tendrán otra estructura a la que
tienen en los alimentos, y quizá tendrán una diferente actividad biológica.
En el estudio presentado por Joshipura
et al, (2001), se tomaron datos de 84251 mujeres de 34 a 59
años y 42148 hombres de 40 a 75 años (se excluyó participantes con diagnóstico
de enfermedad cardiovascular, cáncer o diabetes). Se aplicó un cuestionario de
126 ítems donde se incluyó 15 frutas y 28 verduras para evaluar la frecuencia
promedio de consumo diario de cada fruta y verdura, los resultados mostraron
una ingesta media de 5.8 porciones al día en mujeres y 5,1 en hombres, así
concluyeron que la ingesta de frutas y verduras de más de 4 porciones al día se
asoció con una disminución leve y no significativa del riesgo de enfermedades
coronarias. Las personas que consumieron 8, o más raciones al día, al parecer
tienen una mayor reducción del riesgo a padecer enfermedades cardiovasculares.
Estos resultados los podemos
asociar a nuestro estudio, al encontrar una ingesta reducida de frutas en la
población, la correlación de consumo de compuestos bioactivos en frutas no
tiene relación con los indicadores de posibles riesgos cardiovasculares (IMC,
ICC e ICT). En el estudio de Kris
et al. (2002), se analizó
el papel de compuestos bioactivos en la prevención de enfermedades
cardiovasculares, tras el consumo de compuestos fenólicos se observa una
asociación de reducción del 50% en la mortalidad por cardiopatías coronarias
tras la ingesta de 30 mg de estos compuestos, siendo un represéntate importante
la manzana como fuente elevada de polifenoles.
En lo que respecta al licopeno,
se menciona que este podría tener un efecto protector sobre las enfermedades
cardiovasculares, recalcando que su biodisponibilidad mejora al combinarlo con
aceite o grasa. Además, se indica que aunque la evidencia es limitada, este
compuesto puede reducir los niveles de LDL en un 14%, debido a una inhibición
de la síntesis de colesterol. Considerando lo antes mencionado, existe la
necesidad de tener un control de factores externos asociados a la
biodisponibilidad de los compuestos bioactivos en el organismo, como son:
cantidad de compuesto bioactivo y combinaciones con otros alimentos que
potencien su absorción.
Gráfico 3.
Correlación del consumo de compuestos bioactivos en frutas con IMC, ICC e ICT
El consumo de
frutas es bajo en las personas del estudio, esto representa un problema ya que
la no ingesta de frutas puede ser sustituida por el consumo de alimentos
ultra-procesados, comida rápida y alimentos altos en carbohidratos. La toma de
medidas antropométricas permitió establecer los índices de IMC, ICC e ICT,
estos permitieron obtener resultados alarmantes en el conjunto residencial, ya
que tanto en hombres y mujeres se encontró sobrepeso, obesidad y riesgo de
aparición en el futuro de enfermedades cardiovasculares.
No existió correlación entre el consumo de
compuestos bioactivos de frutas, frente al riesgo cardiovascular calculado con
IMC, ICC e ICT, esto puede ocurrir principalmente por factores de consumo, pero
también por biodisponibilidad y absorción de los fitoquímicos en el cuerpo
humano. Esto es una muestra de que el no comer frutas y tener una dieta con
hábitos inadecuados alimenticios, puede provocar posibles patologías en el
futuro de cada persona.
El consumo de frutas y verduras representa un
efecto positivo para la salud humana por la cantidad de nutrientes y compuestos
bioactivos que poseen, la identificación de un bajo consumo en la población es
relevante ya que al identificar esta problemática se podrán realizar mejores políticas
y programas que incentiven su consumo.
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